La profesión legal, tradicionalmente vista como un bastión de la experiencia humana, está al borde de una transformación. La Inteligencia Artificial generativa (IA), con su capacidad para crear contenido, está preparada para alterar radicalmente la práctica del derecho.

Un informe reciente de Goldman Sachs revela que un podrían ser realizadas por la IA, un porcentaje más alto que cualquier otra ocupación encuestada, excepto el soporte administrativo y de oficina. Esta estadística subraya el potencial de la IA para remodelar el panorama legal.

Sin embargo, el mundo del derecho, sigue dividido sobre la adopción de la IA. Un abrumador 82% de los abogados reconoce el potencial de la IA generativa en el trabajo legal, mientras que cerca de la mitad (51%) cree que debería ser implementada. Esta dicotomía refleja el debate sobre las implicaciones éticas.

 

Revolución

La IA generativa, así como las diferentes herramientas, están provocando un cambio en la profesión en la que destacan diferentes aspectos que influyen tanto en los clientes como en los profesionales.

En primer lugar, es que la IA provocará que se iguale el terreno de juego en cuanto a que los bufetes y firmas pequeñas y medianas podrán competir contra las grandes al contar con GPTs, que les permitan resumir grandes cantidades de información.

Esto obligará a los despachos a repensar las estrategias ya que los abogados podrán pasar de leer y resumir sentencias, por ejemplo, a otro tipo de trabajo.

Stephen Wu, de Silicon Valley Law Group, especula con la posibilidad de que las empresas cobren “una tarifa tecnológica”, de modo que “los clientes no esperen obtener IA generativa a cambio de nada”.

Sin embargo, el uso de la IA en el derecho no está exento de trampas y siempre obliga al ser humano a seguir supervisando el trabajo que los chatbots desarrollan. Un ejemplo de esto es el caso en el que un abogado confió excesivamente en la IA para preparar una presentación ante el tribunal y resultó en una moción llena de fallos y citas falsas.

Steven Schwartz, de Levidow, Levidow & Oberman de Nueva York, utilizó ChatGPT para preparar un expediente judicial y confió en el que el chatbot le proporcionó “casos reales y que se pueden encontrar en bases de datos legales acreditadas”, por lo que no revisó nada y acudió a la vista con un informe plagado de datos falsos.

Pero la culpa no recae en la herramienta, sino en el abogado que no revisó la moción antes de presentarla. A medida que la profesión legal se enfrenta a la llegada de la IA, está claro que se debe encontrar un equilibrio entre aprovechar la tecnología y mantener la integridad de la profesión.