La creciente adopción de inteligencia artificial (IA) ha llevado a un aumento en la creación del puesto de Chief Artificial Intelligence Officer (CAIO) en grandes empresas a nivel mundial. Según un estudio de la consultora Russell Reynolds, 21% de las empresas grandes han designado un CAIO para liderar la integración de IA en sus operaciones. Además, un 28% adicional ha creado puestos subordinados con el mismo enfoque.

A pesar de este crecimiento, solo el 7% de las empresas ha implementado soluciones de IA, mientras que un 64% todavía está investigando cómo hacerlo. La falta de conocimiento y la necesidad de una gobernanza ética se destacan como desafíos clave en este proceso. Los CAIO, como Gustavo Zaniboni de Redcore, señalan la importancia de educar al personal y mantener una buena relación con la sociedad civil y los legisladores.

En Brasil, la demanda por CAIO ha aumentado, con cargos pasando de 19 a 122 entre 2022 y 2023, según datos de Glassdoor. Los CAIO generalmente tienen una formación en ingeniería de computación o ciencia de datos, además de experiencia en gestión y proyectos de IA. Los salarios para estos puestos pueden alcanzar hasta $7,200 USD mensuales, reflejando la alta demanda y especialización requerida.

Empresas como Dell y Totvs están liderando esta tendencia. En Totvs, el antiguo director de datos, Cristiano Nobrega, asumió el rol de CAIO, enfocándose en la organización de datos y la implementación de una cultura basada en datos para facilitar el uso de IA. Otros, como el banco digital Nubank, delegan las responsabilidades de IA a directores de tecnología, como Vitor Olivier, quien destaca la importancia de validar los procesos antes de su implementación pública.

El rol del CAIO es más de gestión que técnico, requiriendo una comprensión sólida de tecnologías como el aprendizaje automático. Zaniboni destaca que los CAIO deben estar al tanto de las regulaciones y novedades tecnológicas para evitar errores como la reproducción de sesgos en tecnologías de reconocimiento facial. La necesidad de una ética robusta en el manejo de estas tecnologías es crucial para evitar controversias, como las generadas por el uso de IA en publicidad.

La expansión este rol señala una era en la que el conocimiento especializado en inteligencia artificial se convierte en un activo estratégico clave. Este puesto no solo implica un entendimiento técnico, sino también una habilidad para gestionar la interacción entre la tecnología y la ética. Las empresas que lideran esta tendencia están estableciendo un nuevo estándar en cómo navegar los desafíos y oportunidades de la IA, asegurando que las innovaciones se implementen de manera responsable y efectiva.