Hace diez años, las empresas intentaban calcular el retorno sobre la inversión en tecnologías emergentes como la computación en la nube y Big Data. Hoy, enfrentan un desafío similar con la inteligencia artificial (IA), que sigue siendo, en gran parte, un asunto relacionado con la nube y Big Data. Al igual que antes, las empresas están evaluando cómo adaptarse a estas nuevas tendencias tecnológicas.
Durante el resurgimiento de los notebooks en 2014, la situación de Intel era mucho mejor. En agosto de ese año, las acciones de la compañía alcanzaron los 32,82 dólares, después de una recuperación tras la crisis inducida por el iPad. Sin embargo, tras una caída del 26% el 2 de agosto y una posterior tendencia negativa en el mercado bursátil, las acciones de Intel han disminuido casi un 40% en comparación con hace una década.
El último golpe para Intel se produjo tras el anuncio de un agresivo plan de reducción de costos, que incluyó la eliminación de 15,000 empleos y la suspensión de dividendos. Además, las finanzas de la empresa se vieron afectadas, con un descenso del 38,7% en las márgenes brutas ajustadas del segundo trimestre en comparación con el año anterior. Estos problemas se atribuyen, en gran medida, a la presión por mantenerse competitiva en el mercado de PCs con IA, donde Qualcomm ha emergido como un competidor significativo.
Según expertos citados por Estadao, Intel solo logró enviar más de 15 millones de chipsets Meteor Lake, equipados con procesadores de IA, gracias a su fabricación en Irlanda, donde los costos de producción son elevados. La siguiente generación de chips, Lunar Lake, se fabricará mayormente en las instalaciones de TSMC, lo que también implica costos adicionales debido a la externalización.
Se espera que la situación mejore con la generación Panther Lake, programada para lanzarse en 2026. Será en ese momento cuando Intel prevé recuperar su capacidad de producción interna y, con ello, mejorar sus márgenes de beneficio.
No obstante, el futuro del CEO Pat Gelsinger, quien ha dirigido los intentos de reestructuración de Intel, sigue siendo incierto. En la última década, Intel ha caído de la posición 53 a la 79 en la lista Fortune 500. Asimismo, en el Fortune Global 500 de 2014, la empresa ocupaba el lugar 195, pero en la lista de este año, divulgada recientemente, ha descendido al 261.
La situación actual de Intel refleja los desafíos de una empresa que, a pesar de su historia de éxito, enfrenta un panorama incierto en un mercado tecnológico en constante evolución.