A la vista de los resultados presentados, a Google le ha funcionado el primer despliegue de IA que ha hecho en sus productos. A estas alturas ya se ha consolidado el alcance de Gemini, lanzado transversalmente en su oferta de servicios en la nube entre finales del pasado año y comienzos de este. Tiempo suficiente para ver el impacto económico de estos esfuerzos.
La oferta cloud de Google, reforzada por su modelo de inteligencia artificial, no solo ha aguantado el envite de Microsoft y de Amazon. Incluso ha demostrado un crecimiento por encima del que acostumbra la compañía en este segmento. Los números evidencian los buenos resultados. La división cloud obtuvo 10.350 millones de dólares de ingresos en el segundo trimestre del año. Esto representa un 26,3% más que los 8.000 millones facturados en el mismo periodo de 2023.
Aunque más llamativo es incluso el salto dado en el beneficio operativo. El pasado año, en este segundo trimestre, Google Cloud ganó 395 millones para la compañía. En el periodo que se acaba de cerrar, la división ha alcanzado los 1.172 millones de dólares, lo que supone un abultado incremento de 196,7%. Y parte de este incremento se debe al atractivo que suscita la inteligencia artificial.
Desde que Google declaró un elocuente ‘código rójo’ entre sus empleados ante la aparición de ChatGPT, la compañía se ha movido a gran velocidad. En unos meses lanzó Bard, aunque sus errores dieron más quebraderos de cabeza que alegrías, y después comenzó a abrigar su oferta en la nube con servicios de IA generativa. Todo ello, tanto las aplicaciones dirigidas al público general como sus productos cloud, se concretó en la plataforma Google Gemini. Este sería el nombre del modelo de lenguaje de gran tamaño de la compañía, pero terminó por convertirse también en la marca comercial para el chatbot de la firma.
De cara al público masivo, Gemini —pese a sus tropiezos iniciales con la generación de imágenes— ha prosperado como la principal alternativa a ChatGPT. Sin embargo, para la compañía su mayor valor en estos momentos lo tiene como apoyo de sus servicios en la nube. Ya hay más de dos millones de desarrolladores que trabajan con herramientas de IA generativa en Google Cloud. Y este factor es precisamente lo que le lleva a competir de tú a tú con Amazon y con Microsoft.
No hay que olvidar que en el mercado de servicios en la nube, Google es el tercero en el ranking. Y lo es a buena distancia del segundo. Amazon, a través de AWS (Amazon Web Services) lidera este campo con una cuota del 31%. Le sigue Microsoft Azure, con un 25% del mercado y, a continuación, aparece Google Cloud, que retiene un 11% de toda la demanda.
Pero la inteligencia artificial generativa puede transformar este escenario. En el último año Microsoft ha crecido más rápido que sus rivales y ha arañado cuota de mercado al líder, Amazon. Algo que puede atribuirse a su temprana implementación de ChatGPT y los modelos de IA en Azure, así como al lanzamiento de Copilot, un asistente que empaqueta tecnología de OpenAI adaptada a las interfaces de los productos de Microsoft.
Lo que parece claro es que en estos momentos la nube que más rápido crece es la de Microsoft. Centrémonos en el primer trimestre del año para tener una comparativa de las tres compañías. En este periodo, Azure aumentó su facturación en un 31%. Google Cloud no se quedó atrás y creció en ingresos un 28%. Si bien es cierto que esta compañía parte de una base facturada menor que la anterior. Lo mismo, aunque al revés, cabe apuntar cuando se habla de Amazon. Sin embargo, en este caso hay mayor diferencia en el porcentaje. AWS facturó un 17% más. ¿Conclusión? El líder demuestra un crecimiento mucho menor que sus rivales. Y para el análisis es relevante añadir que precisamente Amazon es quien menos cambios ha anunciado en relación con la introducción de IA en su nube.
La IA más allá de la nube
En la presentación de resultados de la matriz Alphabet, Sundar Pichai, CEO de Google, destacó el momento dorado que vive la plataforma cloud, pero también la fortaleza de las búsquedas. Este es el principal motor del negocio de la compañía, que se fundamenta en la publicidad.
Los resultados han sido positivos. Una facturación de 84.700 millones de dólares, que representa un aumento del 14%, y un beneficio operativo de 23.620 millones de dólares, con otro salto de doble dígito, del 28,6%, conforman la foto general. Y en este mareo de cifras sobresalen los ingresos obtenidos por la división de búsquedas: ascienden a 48.500 millones.
Este negocio también está atravesado por la IA. Aunque de momento Google solo ha ensayado como prueba piloto su AI Overwiews, que ofrece respuestas tipo chatbot —a lo ChatGPT o, mejor dicho, Gemini— a los usuarios. La compañía solo apunta sobre este tema que las pruebas van bien y que se muestra favorable a introducir IA en su buscador.
Ahora bien, la transición no será tan fácil. Una consulta a un modelo LLM tiene un coste de computación mucho mayor que una simple búsqueda. De esta forma, el margen de beneficio se reduciría enormemente. Por no hablar de que las nuevas interfaces no son tan propicias como soporte de publicidad como lo es una página de resultados de Google. Todo apunta que estos aspectos son tema de reflexión en Mountain View, aún celebrando resultados.