Una de las firmas de abogados más prestigiosas de Chile, Carey ha sido testigo y partícipe de la historia del país durante todo el siglo XX. Se fundó en 1905 y creció al calor del despegue de las grandes industrias, como la minería o el ferrocarril. A día de hoy sigue especializada en prestar servicios a estos sectores, donde mantiene clientes que han sido atendidos por varias generaciones de abogados.
Pero el estudio jurídico Carey ha ampliado sus miras con el paso de las décadas. Hoy presta sus servicios legales en una infinidad de áreas, algunas de las cuales precisan una profunda especialización. Además, como todas las firmas de abogados, ahora se enfrenta al reto de la inteligencia artificial. Cómo integrarla, cómo preparar a la plantilla para que la utilice y cómo sacar el mayor partido de esta tecnología son algunos de los desafíos que Carey, como muchos otros despachos de abogados, tiene por delante.
Sobre este tema hemos querido saber más en Neomsart. Y para eso hemos preguntado a Jaime Carey, socio administrador del estudio, y a Francisco Carey, socio. Ambos han contestado a nuestras preguntas de forma indistinta.
Para empezar, destacan que ya han explorado el uso de la inteligencia artificial para las operaciones diarias de su firma. “Hemos experimentado con varias herramientas y nos hemos enfocado en aquellas que pueden mejorar la eficiencia de nuestros abogados. Aquellas que pueden brindar más información para las necesidades de nuestros clientes y automatizar tareas rutinarias que no requieren de la experiencia de un abogado”, señalan los responsables de Carey.
Sin embargo, desde la firma de abogados chilena se muestran cautelosos a la hora de implementar la IA. Desde luego hay muchos factores que tener en cuenta y, por el momento, están abiertas todas las opciones. “Estamos siendo prudentes en esta etapa y, en lugar de comprometernos con una tecnología específica, nos hemos centrado en encontrar los consultores adecuados que puedan ayudarnos a elegir las mejores herramientas para nuestras necesidades”, apuntan.
Diversidad de opciones
Su enfoque pone de manifiesto la dificultad de escoger entre las alternativas actuales. El mercado de la inteligencia artificial aplicada al derecho bulle. La irrupción de ChatGPT ha propiciado una avalancha de nuevas aplicaciones. Además, las ya existentes se han renovado para incluir nuevas funciones de chatbot y generación de textos.
Han aparecido startups de nuevo cuño, como la estadounidense Harvey, fundada en 2022, o la sueca Leya, surgida en 2023. Ambas basadas en una tecnología de inteligencia artificial generativa, similar a la que utiliza ChatGPT. De hecho, la primera empresa tiene un acuerdo con OpenAI —que es inversora en el proyecto— para utilizar su modelo. Pero también existen compañías con una trayectoria más dilatada que ofrecen productos de IA. Es el caso de los sistemas de Lex Machina o Casetext. Esta última —comprada en 2023 por el grupo Thomson Reuters— ha reforzado su portfolio con el lanzamiento de su herramienta CoCounsel, un chatbot de consultas legales.
Todas estas herramientas no tienen un funcionamiento evidente. Hay que saber utilizarlas. Y, sobre todo, se necesita tener criterio para conocer sus puntos débiles y aquellos aspectos donde más pueden aportar. “La IA puede ayudar a los abogados con tareas rutinarias y brindarles acceso a una gran cantidad de información. Sin embargo, el uso y selección de esa información seguirá dependiendo del abogado”, inciden los socios de la firma Carey.
“En el día a día los abogados van a necesitar saber cómo obtener la información relevante de la IA y, lo más importante, evaluar y analizar cómo esa información respalda su trabajo”, puntualizan, en referencia a la necesidad de combinar la efectividad de la tecnología con la experiencia de los juristas.
Pasos para implementar la IA
En la firma de abogados Carey tienen claro qué primeros pasos hay que dar para avanzar en la adopción de la inteligencia artificial. Y entre los factores más importantes se cuentan los conocimientos para interactuar con los sistemas. “Una de nuestras prioridades es dotar a nuestros abogados de una formación adecuada en técnicas de prompting”, indican los responsables de la firma. “Esto es esencial para interactuar con los sistemas de IA de manera efectiva y eficiente. Prevemos que la industria legal demandará nuevas competencias en un futuro próximo y esperamos que las universidades incorporen esto en su currículum”.
El camino para adoptar la IA pasa por la formación de la plantilla. La tecnología llega para generar eficiencias, ahorrar tiempo. Y desde Carey expresan con claridad un aspecto clave: “Aunque se espera que la IA desempeñe un papel cada vez más importante, creemos que creará nuevas oportunidades de crecimiento en lugar de reducir la plantilla de abogados”.
El factor humano, en este caso los conocimientos de un abogado especializado, son esenciales para el funcionamiento de una firma legal. Así lo ven los socios de la firma chilena. “Sin duda la IA nos permitirá ser más eficientes en el servicio que brindamos a nuestros clientes y presentará nuevas formas en las que se brinda la asistencia jurídica necesaria, pero no sustituirá el criterio y análisis de nuestros abogados”, subrayan.