Durante años, Google evitó lanzar un generador de texto por inteligencia artificial al público por temor a las posibles repercusiones de ofrecer respuestas incorrectas. Esta reticencia fue destacada por Noam Shazeer, un exingeniero de Google Brain y pieza clave en el desarrollo del modelo lingüístico avanzado de la empresa.
Shazeer, actualmente CEO de Character.ai, reveló el año pasado detalles sobre esta decisión en el podcast No Priors, donde también habló sobre la startup recientemente adquirida por Google. En aquel entonces, Character.ai, había recaudado aproximadamente 200 millones de dólares en financiación, permite a los usuarios interactuar con personajes virtuales que imitan diversas personalidades, desde figuras públicas como Elon Musk hasta profesionales como psicólogos.
Al igual que ChatGPT, Character.ai utiliza grandes volúmenes de datos para generar contenido conversacional. El lanzamiento de ChatGPT a finales del año pasado revitalizó el interés en la inteligencia artificial generativa, empujando a Microsoft a invertir miles de millones en OpenAI, la empresa detrás de ChatGPT. Microsoft también ha comenzado a integrar esta tecnología en su motor de búsqueda Bing, permitiendo a los usuarios obtener respuestas detalladas a sus preguntas.
En respuesta, Google presentó Bard, su versión de la tecnología de OpenAI. No obstante, según Shazeer, Google no debería haberse encontrado en esta posición desventajosa, dado que ya poseía la tecnología necesaria desde hace años. Shazeer fue coautor del artículo académico sobre Transformer, una pieza fundamental en el desarrollo de los generadores de texto actuales.
Shazeer y Daniel De Freitas, cofundador de Character.ai y también exmiembro de Google Brain, estuvieron involucrados en la creación de Meena, un generador de texto por inteligencia artificial que luego fue renombrado como LaMDA. Según Shazeer, Google no consideraba que un chatbot tuviera suficiente relevancia para justificar el riesgo reputacional que podría implicar.
El temor de Google a los posibles errores no era infundado. Las respuestas generadas por estos sistemas pueden ser parcialmente inexactas o reflejar sesgos. Este tipo de preocupaciones llevó a la compañía a invertir recursos significativos en el entrenamiento de Bard para asegurar la veracidad de sus respuestas.
A pesar de estas precauciones, Google ha decidido avanzar con Bard, dejando atrás gran parte de sus preocupaciones éticas. Esto se debe, en parte, a la creciente competencia en el sector de búsquedas en línea, donde la asociación entre Microsoft y OpenAI representa una amenaza real. Además, Samsung podría estar considerando reemplazar Google por Bing como el motor de búsqueda predeterminado en sus smartphones, lo que añade presión a Google en este mercado en constante evolución.